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A esta ciudad se llega
para conocer la soledad
Los pasos de todos
resuenan en los oídos
Cada día cruzas
miradas con otros ojos
que no conoces
nunca lo harás

A la vuelta de la esquina
detrás de una ventana
al otro lado de la vía
en la mesa vecina
hay una boca
que desea ir contigo
escuchar tus historias
reír tus sonrisas

Perdidos, en esta selva
de concreto
de ensaladas
de lectores
de azucenas
de franelas
de revistas
de amarillos
de canciones que no llegan
y recuerdos
que destilan mundos
resquebrajados
por dos hojas que se abren,
hay dos labios húmedos
carnosos insaciables
chupando de la ubre de la urbe
a la espera
de tomar tú mano
y saber
que así -juntos
y repletos de amigos-
aún están solos