En la cama hay gatos llenos de pelo blanco y pulgas negras. En la cocina hay trastes repletos de mugre y mosquitas rojizas. En el perchero hay sombreros sin cabezas. En el sillón hay papeles llenos de letras e ideas vacías. En la mesita hay aparatos que comunican tanto como una montaña de muertos. En el ropero hay ganchos que pacientes esperan un abrigo, una camisa, un trapo que cubra sus huesos. Una tortuga bizca y de estambre mira incesante el marco de una foto. Una foto me mira como si pudiera. Una vela blanca se yergue en un plato lleno de café. En la pared hay treinta bolsas que buscan equipaje nuevo para ir a los caminos más allá del pasillo.
Mis zapatos se rehusan a creer que no caminaré el día de hoy, ni mañana, ni nunca. Mi cerebro se rehusa a creer que podrá soñar ésta noche. Me rehuso a creer que debo seguir vivo al día siguiente.
Mis zapatos se rehusan a creer que no caminaré el día de hoy, ni mañana, ni nunca. Mi cerebro se rehusa a creer que podrá soñar ésta noche. Me rehuso a creer que debo seguir vivo al día siguiente.
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