Verano de 2011

Otra vez comparto un cigarrillo con el viento,

con la lluvia que se acerca,

con una tarde de verano

que llena mi cabeza

de los tiempos memorables.

Y todo es memorable,

cada bocado,

cada caricia,

cada suspiro,

cada llanto:

los míos

los de la mujer que amo,

los de la familia,

los de la emoción

los de la tristeza,

los de la risa,

los del gato que tiene hambre,

los de aquellos que vieron su vida convertido en uno constante

que parece no parará

hasta que la sangre de sus muertos quede lavada.

La sangre nunca se lava,

la sangre siempre queda,

la sangre mancha

más allá del rojo,

la sangre inunda,

se desborda

y es la que hoy llueve.

Llueven lágrimas en un mar de sangre.

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